L.G. Meléndez Guerrero – Gramáticas de la carne

3. Nuevas gramáticas de la carne

A nuestro parecer, la poesía replantea, a su manera, el mismo discurso del que dieron cuenta los místicos, así como aquella preocupación del mensaje cristiano de los primeros siglos. Evidentemente, la poesía profana no tiene como centro de su quehacer la expresión de la experiencia del nacimiento de Dios en el alma –como sí lo era en la poesía mística–, sin embargo, mediante la copulación de las palabras, la poesía expresa la importancia de la unión entre el eros y el ágape, más aún, la poesía nos revela que, en el contacto de los cuerpos, es posible tocar la trascendencia. AloisHaas ha señalado la dimensión epifánica de la literatura, la cual se presenta como “un nuevo lenguaje que, sin suprimir lo indecible, encuentra en el decir del tópico de la inefabilidad la libertad necesaria para unos modos de expresión nuevos y absolutamente paradójicos”[11]. La poesía tiene la capacidad de decir lo indecible, de adentrarnos en aquello que no puede verse con claridad y de lo cual, poco o nada se puede decir.

A body in the dawn.
A body in the cold.
A body its breath.
Its breath a plume.
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A thou, not thee.
———————-
How cold is.
A dawn is.
(Anne Carson,Triple Sonnet of the Plush Pony III)[12].

Los versos de A. Carson parecen recordarnos que, mediante la gramática del eros, el poema nos lanza a un encuentro con el otro, no necesariamente con ese otro que soy yo (Rimbaud), sino aquel Otro que está más allá, distinto pero cercano (“a thou, notthee”). La estructura de los versos sugiere también una cierta incompletud en el poema (“Howcoldis… A dawnis”…), suspensión de un final que implica que el poema se rebela ante los límites de la sintaxis, de modo que, un punto no es necesariamente un final. El espacio blanco al final del poema puede leerse como un lance hacia el fulgor de la transparencia, hacia ese vacío que es a la vez fundamento, una apertura hacia el misterio[13]. El inacabamiento del poema refiere también a una apertura a la contingencia: “A bodyitsbreath. Itsbreath a plume”.La metáfora de un cuerpofrágil como el aliento, es la expresión de una realidad más profunda, la contingencia abierta a lo no contingente, la apertura al Misterio que abraza la contingencia.

Además de este carácter mistagógico, la poesía nos recuerda que la carne se rebela ante todo intento de cosificación perversa, la carne se abre al misterio.

abro en mi sexo el misterio
de los frutos que nacen de las flores
del aroma que emana del mar y las mujeres
de los cuerpos poseídos por la pasión de unirse en el otro al universo
de tu caricia…
brota el amor brota el deseo
y la noche se extiende interminable en nuestro goce
(Canto a la Cierva I, Nelly Keoseyán)[14].

Si la teología del prólogo del evangelio de Juan manifiesta el modo en que lo divino asume lo humano mediante la carne, las poéticas del cuerpo exaltan el modo en que la desnudez de aquel a quien se ama se presenta como el lugar propicio en el cual, lo divino se nos revela a través del éxtasis corporal, un lenguaje que va más allá de las palabras, y de lo puramente sexual –aunque no lo anula–, unaliturgia sacramental en la que el acto donante de la carne nos hace trascender en el amor: “¡Qué hermoso eres amor mío, eres pura delicia!” (Cant 1,16).

Es lo que está en el beso, y no es el labio;
lo que rompe la voz, y no es el pecho:
¡es un viento de Dios, que pasa hendiéndome
el gajo de las carnes, volandero!  (Íntima, Gabriela Mistral)[15].

Las poéticas del deseo se convierten en las nuevas gramáticas de una teología cuyo mensaje asume la carne como medio salutífero.  No en vano, Tertuliano creía que “la carne es el fundamento de la salvación”[16], o en palabras del Nobel mexicano, Octavio Paz, el cuerpo es un pan sagrado que nos lleva a la patria infinita. 

Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta, negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca del horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra, de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección y el día de la vida perdurable).
Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito. (Cuerpo a la vista, Octavio Paz)[17].

Si la teología sacramental nos habla del acto de amor, por el cual, el cuerpo se convierte en el medio de salvación por antonomasia, (“este es mi cuerpo… entregado por ustedes y por muchos”), la poética de la carne nos recuerda que, por analogía, gracias a que podemos palpar el cuerpo del otro, podemos vislumbrar el horizonte infinito que se abre con cada caricia. En este sentido, dice Octavio Paz:

El otro, la otra, no es una sombra sino una realidad carnal y espiritual. Puedo tocarla pero también hablar con ella. Y puedo oírla –y más: beberme sus palabras. Otra vez la transubstanciación: el cuerpo se vuelve voz, sentido; el alma es corporal. Todo amor es eucaristía… Tocar ese cuerpo es perderse en lo desconocido; pero, asimismo es alcanzar tierra firme […] Y sólo en ese cuerpo que no es el nuestro y en esa vida irremediablemente ajena, podemos ser nosotros mismos. Ya no hay otro, ya no hay dos[18].

El encuentro con el otro rebasa el intercambio de miradas ocurrido entre los rostros, de modo que, son los cuerpos en plenitud los que se encuentran y acarician; yen dicho encuentro, algo se manifiesta. La carne rebasa la dimensión material para tornarse sacramento de nuestra dignidad de hijos, por ello, el cuerpo no es sólo la materia en la que se encarna el sujeto, sino que ese cuerpo es ya el sujeto mismo, el cuerpo hace visible lo invisible en tanto que nos manifiesta el carácter trascendente de nuestro ser, y el del prójimo. El cuerpo es revelación de nuestro carácter sacral, manifiesta aquello que no es susceptible de cosificación. Pero el cuerpo revela también lo más íntimo de nosotros: nuestra vulnerabilidad, las heridas de nuestra carne ungidas con la suave caricia del otro.

Lo que podemos llamar la ‘sacramentalidad del lenguaje poético’, no es sino la expresión que implica la relación entre cuerpo, erotismo y escritura, relación en la que el eros se presenta como la fuerza que conduce al encuentro de los amantes. Una dimensión performativa que se expresa mediante el apetito de la palabra por la palabra, apetito que genera una dinámica desiderativa análoga al deseo de Dios por la humanidad, deseo-amor que se manifiesta mediante la carne de Dios asumida como un cuerpo que salva, así, la ‘carne del mundo’ de la que daba cuenta Merleau Ponty[19], ha sido asumida y redimida por el Logos Encarnado, el cual, al insertarse en medio de la historia, se presenta como Carne para la humanidad.

La poesía parece ser un medio a través del cual se abre ante nosotros un horizonte de esperanza en el que lo divino se presenta como don. En esta dinámica mistagógica, la poesía no pretende dar nombre a la presencia que se revela a través de ella, es decir, la poesía no pretende teologizar la realidad que se nos revela, más bien, la poesía intenta ser el murmullo de la presencia que se avecina y, acaso, narrar la experiencia de aquella revelación.

Oye, corazón mío, como sólo antaño
oían los santos
————————–
escucha lo que sopla, 
la noticia ininterrumpida, que se forma de silencio.
(Rilke, Primera Elegía)[20].

Al implicarnos en el ejercicio de alteridad en donde el yo y el tú se relacionan, la poesía revela también al Dios que nos habita. Lo que acontece en la poesía es aquello que Adolphe Gesché señala como un ‘acontecimiento de revelación’, “la apertura de un espacio y [el] brote de un tiempo en el que se descubre una realidad invisible escondida en lo visible”[21]. Vista desde una actitud creyente, la poesía articula el modo en que Dios está en el mundo, y el modo en que la humanidad redescubre la presencia discreta de Dios con nosotros. 

Al manifestar y aceptar nuestra vulnerabilidad ante la mirada del otro, al permitir que las manos, los labios, todo nuestro cuerpo sea abordado por el cuerpo del otro, algo se nos manifiesta, de modo que, también en el encuentro de los amantes Dios nos viene como don hecho carne.

La hora centellea y tiene cuerpo
El mundo ya es visible por tu cuerpo
Es transparente por tu transparencia
————————————————
Voy por tu cuerpo como por el mundo
Tu vientre es una plaza soleada 
Tus pechos dos iglesias donde oficia 
la sangre sus misterios paralelos (Piedra de Sol, Octavio Paz)[22].

He aquí otro modo trinitario de relación, se trata de la trinidad relacional que nos sitúa en el triángulo del re-conocimiento histórico concreto, ahí donde “yo soy tú somos nosotros”[23], el reino de los‘pronombres enlazados’ en la dinámica del amor.


[11] Alois M. Haas, Viento de lo absoluto ¿Existe una sabiduría mística de la posmodernidad?, Siruela, Madrid, 2009, p. 63. Original en alemán, Wind des Absoluten: MystischeWeisheit der Postmoderne?

[12]London Review of Books, Vol. 29, No. 16[recurso digital]  https://www.lrb.co.uk/v29/n16/anne-carson/triple-sonnet-of-the-plush-pony(Fecha de consulta: 07-06-2017).

[13]Sobre el carácter simbólico de la palabra poética y su apertura al misterio véase: PaulTillich, “Theology and Symbolism”. En: Religious Symbolism. Ed. F. Ernest, New York, The Institute for Religious and Social Studies, 1955, pp. 107-116. Paul Tillich, Theological Writings, Vol. 6, Berlin-New York, Walter de Gruyter, 1992. KarlRahner, “La palabra poética y el cristianismo”En: Escritos de teología IV,Cristiandad, Madrid, 2002, pp. 411-422.Sobre la dimensión estética de la revelación véase también: G. Ebeling,Dogmatik des christlichenGlaubens, J. C. B. Mohr, Tübingen, 1979-1982, vol. I, pp. 247-249. Véase también:

Hans Waldenfels, Teología fundamental contextual, Sígueme, Salamanca, 1994, pp. 208ss.

[14]Juan Domingo Argüelles, (Ed.), Antología general de la poesía mexicana. De la época prehispánica a nuestros días, Océano, México, 2012.

[15]Gabriela Mistral, Poesía,en: https://www.gabrielamistral.uchile.cl/poesiaframe.html[Fecha de consulta: 07-06-2017].

[16] Tertuliano, De resurrectione, VIII, 2. 

[17] Octavio Paz, Obras completas VII. Obra poética (1935-1998), Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, Barcelona, 2004.

[18]Octavio Paz, La llama doble,Seix Barral, Barcelona, 2012, pp. 124.135.

[19] Cfr. M. Merleau-Ponty, Lo visible y lo invisible, Nueva Visión, Buenos Aires, 2010.

[20]Rainer MaríaRilke, Poesía, (Traducción de José María Valverde. Edición de Jordi Llovet), Ellago, Castellón, 2007.

[21]AdolpheGesché, Dios para pensar VI. Jesucristo, Sígueme, Salamanca, 2013, p. 165. Original francés: Dieu pour penser VI. Le Christ. Les Éditions du Cerf, París, 2001.

[22]Octavio Paz, Obras completas VII. Obra poética, op.cit.

[23] Id.


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