2. El signo del pez: ficcionalización compleja
Una novela muy distinta y muy otra teología, encontramos en la obra del colombiano, Germán Espinosa (1938-2007): El signo del pez. Se trata de un discurso erudito que nos traslada a la Palestina del siglo I y al mundo grecorromano en el que se juega el destino de Jesús de Nazaret y de los primeros cristianos y el nacimiento de la iglesia. Una pieza literaria magistral con una construcción y estructuración de un mundo ficcional impecable.
Desde el punto de vista teológico la novela no sólo es heterodoxa, sino que habría que considerarla herética. Jesús de Nazaret no es más que una invención del judío romano Saulo de Tarso. El nacimiento de la iglesia y del cristianismo en general, es fruto de una mente genial y una estrategia única para recoger en un solo paradigma lo mejor de las tradiciones hebreas y helenísticas. Pablo de Tarso, guiado por la hetaira griega Aspálata (¿sombra de María de Magdala en su tergiversación como prostituta?), se convierte en el Maestro nazareno, para impulsar la causa que dará lugar a la fusión. En la novela se habla de la judaización de Atenas, pero también de la helenización de Jerusalén. Pablo el artífice único de este proceso de doble vía:
La misión que él se había propuesto no era otra que la de judaizar el mundo, y esta no entrañaba precisamente mudanzas en Yahveh, sino mudanzas en la exégesis que de Yahveh se hacía. Sus alcances (indudablemente políticos) no parecían caber sin embargo, en las estrechas mentes jerosolimitanas.
A nivel de historia, se recrean los hechos conocidos por los Evangelios y por los Hechos de los apóstoles, precedidos por un recorrido del judío Pablo de Tarso hacia el mundo de los grandes maestros de la tradición griega. Se actualiza la leyenda de que la resurrección hay que explicarla por medio de la palingenesia y de esta manera, Saulo por unos años es Jesús y luego se convierte en Pablo para llevar a cabo su misión: Judaizar el mundo desde Grecia, “construyendo” una imagen de Dios más acorde con una perspectiva universalizante. Como decía, desde la perspectiva cristiana la obra no realiza ningún aporte por hallarse totalmente afuera de esta mirada. Me interesa destacar dos aspectos importantes:
Es claro que se trata de un escritor, una novela y una lectura elitistas. No se visualiza en ella nada que la conecte con tradiciones religiosas más o menos populares… y sin embargo, esta novela es un claro reflejo de lo que el cristianismo como cultura y cosmovisión general ha empapado nuestros horizontes.
Por otro lado es muy significativo el conocimiento exhaustivo del ambiente cultural y político en el que nace el cristianismo y de desenvuelven los primeros seguidores de Jesús. Espinosa ha estudiado a fondo este universo.