2. Intento de leer la creación en la Biblia desde una visión guaraní
El mito bíblico en Génesis 1.1-2.4 es un himno, de modo análogo a los mitos guaraníes. En ese relato, la creación se despliega en sucesivas fases evolutivas en el ritmo de seis días desde el “amanecer” hasta el “atardecer” de cada uno. Este relato comienza con una descripción del caos como imposibilidad de vida. La vida necesita cierto orden para poder crecer (kosmos). Por eso es de gran necesidad crear espacios para que la vida pueda desplegarse: separación luz – oscuridad, cielo – tierra, mar – tierra.
La creación de vida comienza con la aparición de la luz. También en el mito de Creación apapokuva6, Ñanderuvusú llevaba el sol, la luz, en su pecho. Sol simboliza en la cultura guaraní “sabiduría”, igual que en muchas otras culturas. Al ser la luz el inicio de la creación se deja entender que la sabiduría es el fundamento, la raíz de la creación, la cual está presente en todo lo creado y así lo refleja. En otras palabras: la creación es expresión e impresión de la sabiduría de su creador. Por tanto, la sabiduría encontrada en el mundo manifiesta el orden de un mundo soñado y pensado por la sabiduría de su creador. Ella hace presente al Creador en su creación. Esto lleva a los guaraníes a la convicción de que destruir la naturaleza no sólo atenta contra ella y nosotros, sino también contra Dios.
En el proceso de crear orden para posibilitar vida, la tierra es la primera invocada a generar vida, haciendo ella germinar y brotar toda clase de árboles, flores, plantas y semillas. Los guaraníes respetan a la tierra como a una persona materna y generosa, algunos incluso la llaman “madre” (yvy sy). También el agua está invocada a llenarse con seres vivos. De este modo, en la cosmovisión guaraní, la tierra y el agua son co-creadoras y recreadores de la vida.7
La creación del ser humano como último acto, no apunta a su superioridad, sino, desde una lectura guaraní, se descubre aquí la dependencia del ser humano de las diferentes especies creadas anteriormente. En ese ciclo de vida parece que el ser humano depende más de la naturaleza que la naturaleza de él. Sin embargo, todo apunta a una convivencia cósmica en convergencia hacia la unidad.
El verso “Llenen la tierra y sométanla. Dominen a los peces del mar, a las aves del cielo y a cuanto animal viva en la tierra” (Gn 1.28) se ha prestado en una interpretación antropocéntrico-colonizadora, como derecho del hombre a adueñarse de la naturaleza y a justificar su destrucción y depredación con esa interpretación. Sin embargo, el ser humano, en su bipolaridad de hombre y mujer, ha sido creado según la “imagen y semejanza de Dios” (v. 26 “hagamos”, lo que no indica solamente pluralismo, sino comunidad en la diversidad8). En ningún momento el autor de lo creado anteriormente había demostrado que actuara de forma dominante y exterminador, sino más bien había evocado e invitado a participar (ejemplo tierra y agua) en la obra creadora. La palabra “hágase” debe ser entendida como invitación a la vida de crecer y desplegarse en las más diversas especies. El sentido de las palabras “dominar” y “someter” deberíamos entender más bien desde la misión del ser humano de colaborar con la creación para llegar a su destino de formar una sola comunidad de vida, que necesita una organización política (“gobernar”) para alcanzar una convivencia en justicia e igualdad, en igualdad y armonía, entre todos los seres vivos, incluyendo a la tierra, Esto sería actuar a la misma manera del Creador, a imagen y semejanza suya, en el sostenimiento y crecimiento de la vida mediante una red de interrelaciones respetuosas en reciprocidad.
3. Permanente Recreación del Orden del Mundo
El himno de creación guaraní, cantado por el líder espiritual, es centro en el acto solemne de inaugurar una asamblea (aty guazú). Mediante esa celebración sagrada, la comunidad quiere renovar su convivencia preguntándose cómo había vivido el orden del mundo revelado en ese himno. La memoria de la creación les concientiza para evaluar el pasado y para orientar la recuperación de su organización y planificación, partiendo de la matriz del orden en la creación y re-identificándose con él de nuevo. Es una de las muchas maneras de renovarse profundamente, para volver a sentirse parte del dinamismo de una permanente recreación. Su sueño es sintonizar con ese ritmo de constante recreación para llegar a la “madurez plena”.
Algo parecido de esa visión se deja encontrar en el relato bíblico Gen 1.1-2.4 en el número siete como símbolo de renovación. Allí relata que en seis días se hizo el mundo para que descansara su creador el día séptimo. Este ritmo contiene un orden, que debería marcar el ritmo cíclico de renovación del pueblo de Israel. Pues cada séptimo día de la semana, el pueblo debe descansar de su trabajo en su colaboración con la creación (Ex 20.8-11). Cada siete años la tierra debe descansar para recuperar y renovar su energía y fertilidad (Lv 25.3-6) y cada siete por siete años se celebra el año jubilar (Lv 25. 8-16) se quiere renovar el orden fundacional del pueblo; es decir, vivir como sociedad alternativa en solidaridad, equidad, libertad y justicia: redistribuyendo las tierras en igualdad, perdonando las deudas y devolviendo la libertad a los esclavos9 para comenzar de nuevo, avanzando en sintonía con el ritmo de la creación.
Los indígenas han encontrado un cierto ritmo en la tierra en el cual han constituido algo semejante a un calendario agrícola para la siembra y cosecha, que también se encuentra en la Biblia. Recordemos que el pueblo de Israel, de cultura campesina, presenta en su novela popular “Rut”, escrita en tiempos caóticos, una propuesta de refundación desde abajo, desde el campesinado. Esta recreación de su sueño de volver a ser “casa de pan” para todos (Bet lehem), está enmarcada por dos momentos importantes en su ritmo de vida agrícola: al comienzo la cosecha de la cebada (Rt 1.22) y al final la trilla de la cebada ((Rt 3.2). En el espacio entre medio se desarrolla el proceso de recuperación de los derechos de los pobres gracias a la lucha pacífica de un grupito de personas diferentes entre sí (Rut, Noemí, Booz). La puesta en práctica de estos privilegios de los pobres garantiza el “Buen Vivir” del pueblo. La propuesta es volver a las raíces de la propia cultura, dejar de copiar a otros, y renovar el sueño de la primera fundación mediante una refundación. Como semilla enterrada en tierra fértil, Rut, la “solidaria”, podía crecer hasta la “madurez” (trillo de la cosecha). Partía del encuentro entre unos pocos que querían colaborar solidaria y desinteresadamente en la restauración de los principios fundamentales para una buena convivencia, que significa recuperar la justicia la que en la cosmovisión bíblica siempre está unida a la equidad, tanto en las relaciones humanas como en los bienes materiales. La iniciativa surge desde los pobres de la periferia que han conversado el sentido profundo de la justicia, la solidaridad, personificada simbólicamente en la figura de Rut que está intentando de recrear al orden creacional a partir de una realidad socio-política concreta.
Notes
6 Curt NIMUENDAJU – UNKEL, Los Mitos de Creación y de Destrucción del Mundo como Fundamentos de la Religión de los Apapokuva-Guaraní, editado por Jürgen Riester, Lima: Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica, 1978, p.155.
7 En guaraní tierra = yvy es un derivado de y=agua; de la cual una gran cantidad de derivados existen para los diferentes elementos de la naturaleza que contienen este elemento vital.
8 Cf. CELAM, VI Simposio de Teología India, Asunción, Paraguay: 2017.
9 Los esclavos eran aquellos que tenían que pagar sus deudas con trabajo forzado.