1. ¿Qué busca la teología en la literatura? Tipología de las mediaciones 

Intentar una presentación del estado de la cuestión del diálogo interdisciplinario entre teología y literatura resulta una tarea casi imposible, no sólo por la amplitud inabarcable de lenguas y tradiciones literarias puestas en juego, sino también por las diferencias intrateológicas de los abordajes que cubren el vasto abanico que va desde la dogmática hasta la pastoral pasando por la espiritualidad y la moral, por mencionar sólo las más frecuentadas. No es este nuestro objetivo, como tampoco lo es actualizar el relevamiento metodológico ya realizado por otras investigaciones.[4]

Comencemos por plantear que la teología recurre a la literaturapor diversos motivos, sea que se trate de narrativa, poesía o teatro, para mencionar sólo los géneros clásicos. Aquí proponemos agruparlos  entres tipos básicos que se corresponden con los tres órdenes de lo humano: la dimensión teórica, que atañe al conocimiento de la verdad, la dimensión ética, que tiene como eje la praxis del bien, y la dimensión estética, que se centra en la manifestación y percepción de la belleza.

En primer lugar, la teología se acerca a la literatura por un interés temático, a partir del cual busca descubrir las resonancias teológicas en el tratamiento poético de temas religiosos universales –el sentido de la vida, el mal, la muerte, la libertad, el perdón, la fraternidad–, o bien,de temas relativos al misterio de Dios revelado en Cristo –la trinidad, la encarnación, la pascua, la iglesia, la ley y la gracia, el apocalipsis, entre otros–.Asimismopuede guiarla un deseo sincero de conocer al ser humano en sus gozos y dolores, en sus pasiones y luchas, tanto personales como comunitarias, sociales como políticas. La literatura se presenta, entonces, como una ingente cantera de conocimiento de la historia humana en la diversidad de culturas, tiempos y geografías. “El misterio del hombre”, que, como dice Gaudium et Spes, “sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado,”[5]encuentra en la literatura una lugar para profundizar en el conocimiento de Cristo en el hombre y del hombre en Cristo. Este esel tipo de la analogía temática que atañe al orden de la verdad.

En segundo lugar, la teología puede recurrir a la literatura en busca de una orientación práctica. Sea con un fin moralizante, catequético o simplemente didáctico,su acceso tiene un sentido instrumental, a saber, lograr a través de las imágenes y de los relatos, de las representaciones y de las figuras concretas, una captación más inmediata y efectiva del lector u oyente. Por la vía de la irradiación de lo bello, la literatura presenta el bien de un modo atractivo, lo cual es visto por la teología como posibilidad de generar un cambio real en el obrar humano. Aquí podrían reunirse los tipos de búsquedas teológicas de orden práctico que giran en torno al bien. 

Finalmente, la teología puede estar motivada por la forma en sí, vale decir, por el lenguaje figural y metafórico, que es propio del discurso literario. En esta consonancia de la teología con la forma, prima la gratuidad y la gratuidad por sobre la instrumentalidad, lo cual significa un adentramiento en el modo de ser de la literatura. Y, sin embargo, la fragua no alcanza aún su punto justo de transfiguración, ya que el lenguaje teológico no logra apropiarse del lenguaje literario de modo pleno. La afectación es muy intensa pues la percepción y el arrebato estético son simultáneos, pero la literatura y sus efectos en tanto hecho estético siguen permaneciendo enla periferia de la teología. El lenguaje serio sigue siendo el racional, quizás el sapiencial se acerca un poco al centro, pero no el literario. Si bien hay ejemplos de teólogos como san Efrén el Sirio, que escribió su corpus completamente en forma de poesía, no son casos que puedan ser objeto de emulación, sino excepciones. Esta es la tipología estética de la forma. 

En consecuencia, los caminos recorridos hasta aquí permanecen extrínsecos a la teología: en algunos casos , meramente instrumentales, hecho que puede darse en cualquiera de los tres tipos. Esto coloca a la literatura en una posición ancilar que antes que abrir más bien clausura todo tipo de diálogo. El discurso racional sigue manteniendo la prioridad y todo lenguaje que provenga del mundo literario, sea simbólico, metafórico o figural, sigue quedando relegado al dominio de lo irracional. ¿Cómo superar esta oposición que pareciera presentarse como irreductible? ¿Significa, entonces, que se ha llegado a un punto muerto más allá del cual no es posible avanzar? ¿Ha fracasado esta vía de vivificación del discurso teológico?¿Acaso no se puede pensar en una mediación que, respetando las diferencias de los lenguajes, propicie un intercambio fecundo? Y si esto sucede, no será acaso el momento de dejar atrás la dirección unívoca de la teología hacia la literatura e intentar un diálogo bireccional? ¿Más aún, no seríanecesario ampliar el horizonte hacia lo transdisciplinar?

[4] Cf. José Carlos Barcellos, “Literatura e teologia: perspectivas teórico-metodológicas no pensamento católico contemporâneo”, en Numen, v. 3, n.2 (2000) 9-30; ID. “Literatura y Teología”, en Teología XLV 96 (2008) 289-306.

[5] Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes 22. 

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