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Raúl Fornet-Betancourt – « Interculturalidad y “pueblo”. Para continuar la conversación con la teología latinoamericana de la liberación »

1. Observación preliminar

En el contexto actual del ministerio del Papa Francisco y el consiguiente resurgimiento de la herencia de la “teo­logía del pueblo” este cuaderno de Concilium invita a los cola­boradores a contribuir, desde diferentes expe­riencias y campos de trabajo, a continuar la “conversación” con esta co­rrien­te teológica cuyos inicios explícitos se articularon hace ya más de cincuenta años. Con esta indicación histórica, que mencionan también los edi­tores de este cuaderno en su invitación, se ve que se trata de conversar con una corriente que nació acaso haciéndose eco, vale decir, como una ma­nifestación más del “espíritu de un época” que relanzaba la historia por nuevos caminos de liberación y esperanza. Recordemos que en América Latina, por ejemplo, esos son los tiempos del Congreso Cultural de La Ha­bana, de la Segunda Conferencia Episcopal Latinoamericana en Medellín o del movimiento estudiantil en México y otros países del subcontinente.

El protagonismo popular de esta época o, mejor dicho, la “primavera de la esperanza” que la acompaña como reflejo de que las luchas populares veri­fican por fin los principios de que el “pueblo es el sujeto de la historia” y de que “el pueblo, unido, nunca será vencido”, ese “espíritu”, del que la “teo­­logía del pueblo” se hace eco, parece contrastar con nuestra situación de hoy, en la que, cincuenta años después, se habla de tiempos postmo­der­nos; de tiempos de fragmentación social, política y espiritual; tiempos en los que pareciera que la humanidad, con dificultades para reconocer los la­zos de su unidad y común destino, se ha despedido de todo gran relato, especialmente de aque­llos ”relatos” que estaban vinculados al prota­gonis­mo histórico del “pue­blo” como sujeto emancipador de la historia.

Hemos así de decir que este contraste entre el “espíritu” de aquella época y el de la nuestra hoy saltó a la vista de inmediato con la lectura del texto de la invitación que amablemente se no envió. Pero con ello despertó también la pre­gunta por el sentido que podría o debería tener la propuesta de buscar vías para la continuación de la conversación con un plantea­miento como el de la “teología del pueblo”. Cierto que, por el texto y su vinculación con el mi­nisterio del Papa Francisco quedaba también claro que no se trataba de una propuesta nostálgica ni anacrónica que buscaba “recalentar” algún “buen plato” del pasado para servirlo de nuevo, sino que se ponía el énfasis en continuar la conversación desde los cambios que se habían producido en los últimos cincuenta años y desde las nuevas situaciones de vida. En una palabra: quedaba claro que la propuesta era dialogar desde el presente y sus contextos con el legado de la “teología del pueblo”.

Pero precisamente por eso, porque se invitaba no a repetir sino a “conversar contextualmente”, saltó a primer plano el “contraste es­piritual” al que nos hemos referido antes, pues: ¿cómo conversan mundos cuyos espíritus son tan dispares? ¿Cómo es posible sentir la interpelación de una herencia de esperanza y acción profética que nos parece tan lejana e incluso ajena a nuestras experiencias históricas de hoy? ¿Cómo entender que puede tener sentido “escuchar” lo que se dice de tantas formas con “pueblo”, una cate­goría tan poco familiar, casi sospechosa, en tiempos de fragmentación so­cial y de precario interés por la acción política? ¿Cómo se pueda salvar tal disparidad y conversar, esto es, “aproximar ex­periencias y anhelos?

Estas preguntas nos asaltaron con la lectura del texto de la invitación para par­ticipar en este cuaderno de Concilium. Pero, por otra parte, y debemos con­fesar que esto fue lo que en última instancia nos movió a responder positivamente a la invi­ta­ción, estas preguntas nos hicieron reflexionar y de­tenernos en otra cuestión que ellas implicaban como su otra cara posible y que permitía ver la supuesta lejanía histórica a la luz de otro trasfondo u horizonte de compresión.

Nos referimos a la siguiente cuestión: ¿Y si la invitación a conversar con la herencia de la “teología del pueblo” nos invitase a conversar con “algo” que el tiempo del calendario no puede ni borrar ni alejar, porque se inscribe en la temporalidad densa y real que genera en el corazón humano aquella promesa bíblica de vida y esperanza que se expresó así: “no borraré tu nombre del árbol de la vida”?

Creemos que es, en efecto, desde esa “memoria” que se nos invita a con­versar con la tradición de la “teología del pueblo”, esto es, conversar desde la densidad de la historia de la esperanza que aproxima los corazones hu­ma­nos por más allá de los años del calendario. El tiempo del calendario, con sus “negocios” y “malas jugadas” para impedir la realización de nues­tra so­li­daria humanidad, nos pue­de separar y alejar. Y sin embargo: ¿No nos une ese otro tiempo de la memoria de los corazones que an­he­lan lo que sienten como promesa y luchan por ello?

Nos separan el calendario y, ciertamente, también los nuevos contextos y de­sa­fíos que hoy afrontamos como específicos de nuestros tiempos post­mo­dernos. Y nos separa también posiblemente – ¿por qué no admitirlo? – un cierto desánimo o una cierta resignación que contrastan con la “emoción re­vo­lucionaria” que difundía aquella época en la que los pobres irrumpían como sujetos en la historia (Gustavo Gutiérrez). Y sin embargo una con­versación es posible porque la memoria de la esperanza nos hace partí­cipes también de la in­quietud persistente que siembra en la existencia humana la promesa de la Buena Nueva.

En este sentido, pues, hemos entendido la invitación a conversar con la “teología del pueblo” como un intento de conversar desde la memoria de la persistencia de la esperanza (cristiana) de liberación de los pobres y de redención de las víctimas de la historia de los calendarios humanos. Por eso en las consideraciones que siguen queremos presentar brevemente algunos aspectos de la conversación que, tanto de manera explícita como implícita, la filosofía intercultural ha mantenido y mantiene con la tradición de la “teología del pueblo” y de la liberación en general. Y aclaramos que por el acento temático que se ha escogido para este cuaderno de Concilum nos concentrare­mos a considerar momentos relacionados con la categoría “pueblo”.

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