Angélica Otazú – « La masculinidad en la tradición religiosa guaraní »

3. Su religiosidad

El pueblo guaraní es conocido por su mística y religiosidad, cada persona tiene su propia plegaria y la lleva hasta el final de su vida. Su filosofía de vida está marcada por la experiencia espiritual. A tal punto, que se podría afirmar que esta cultura se rige netamente por normas de índole religiosa, y como tal, sus comportamientos obedecen a esas normas. Por la misma razón, los niños y jóvenes son inculcados a aprender y experimentar la espiritualidad, a encontrar su propia palabra; respetar y honrar las pautas religiosas. ‘La religión guaraní es una religión de la palabra inspirada.’[4] Según el mito de la creación de los Mbyá-Guaraní, la palabra Ñe’ẽ es el alma, que fue enviada por Ñande Ru Tenonde[5] a la tierra para que se incorpore en la criatura que está por nacer:

‘“Cuando está por tomar asiento [por nacer] un ser que alegrará a los que llevan la insignia de la masculinidad, el emblema de la feminidad, envía a la tierra una palabra-alma buena para que se encarne”, dijo Nuestro Primer Padre a los verdaderos Padres de las palabras-almas de sus hijos’.[6]

En mbyá-guaraní jeguaka significa hombre; humanidad masculina. Existe, además, una autodesignación religiosa de los hombres mbyá, que suena en su lengua, jeguakáva porãngue i[7] (los que llevan la insignia de la masculinidad).

Asimismo, entre los guaraní kaiowá y Pãi Tavyterã se valora la participación en los ritos, principalmente, el kunumi pepy (iniciación sagrada de los varones consistente en la perforación del labio inferior). Este rito significa la presentación e incorporación de los niños, en la sociedad, y durante la ceremonia se les coloca el tembeta, que simboliza la madurez. Una ceremonia que incluye solo a los varones. El candidato recibe instrucciones sobre su rol en la comunidad, y es el momento donde se indica simbólicamente el paso de la niñez a la categoría de púberes.

‘Quando existe, a iniciação dos meninos, cerimônia coletiva que representa a subida de nova camada-de-idade à categoria dos púberes, desperta o interesse de toda a comunidade. Já a da menina é acontecimento individual, e por isso mesmo de alcance social bem mais restrito, motivo pelo qual se considera dispensável o aparato cerimonial. De mais a mais, pode-se dizer que a cultura Guarani é de orientação marcadamente masculina. A religião está, não exclusiva, mas preponderantemente nas mãos dos homens, e é por ela que se exprimem de modo mais manifesto e sensível os aspectos dominantes do ethos cultural. Compreensível, pois, merecerem maior participação ou interesse social os fatos ligados ao mundo masculino, entre eles a iniciação dos meninos – apesar de, como vimos atrás, não haver (dos pontos de vista social e cultural) divisão rigorosa entre camadas-de-idade.’[8]

El antropólogo Egon Schaden consideraba que la cultura guaraní es de orientación masculina, sin embargo, admite también que la religión no está solamente en las manos de los varones hombres, aunque sean ellos quienes la dominan y dirigen oficialmente.

Se puede observar, por ejemplo, durante las celebraciones rituales que el dirigente es un varón, él es quien da el sermón a la comunidad o grupo parental. Las mujeres, por su parte, acompañan a sus esposos durante el ritual del Jeroky ñembo᾽e (danza ritual), marcan el ritmo con el takua[9], hecho de bambú . En ese sentido, otros estudiosos de la cultura guaraní resaltan que ‘Hombres y mujeres participan igualmente en la vida religiosa, en la educación de los niños, en la medicina y en la vida social institucionalizada.’[10]

De todas maneras, se podría pensar que el núcleo de la experiencia religiosa y la práctica de los ritos, no reside en una estructura jerárquica, sino más bien en la participación de todos los miembros de la comunidad, comenzando por la danza ritual, que es circular. Además, hay comunidades dirigidas política y espiritualmente por lideresas. En algunos casos las esposas de los líderes, heredan el poder de su marido, después de haber enviudado, y son respetadas y aceptadas como lideresas.

Ahora bien, se admite que a partir del contacto con la cultura occidental el liderazgo en sí va transformándose. Su vigencia, lógicamente, dependerá de muchos factores, tanto de las políticas públicas como la perseverancia y convicción de las nuevas generaciones. Requerirá de mucho esfuerzo proteger los recursos naturales, y por otro lado, mucha fortaleza para seguir al pie de la letra las tradiciones religiosas ancestrales, que están ligadas al cuidado de la tierra, recursos hídricos, fauna y flora, en fin el planeta en sí. Obviamente, poseen una férrea voluntad de seguir luchando por un espacio donde practicar sus costumbres tradicionales; incluso emplean las nuevas tecnologías para dar a conocer sus expresiones culturales. Asimismo, instan a las autoridades a valorar y respetar su modo de ser, y priorizar la preservación de su identidad como pueblo.

Se sabe que para los guaraní cada palmo de la tierra es sagrado. Comprenden que no hay territorio sin seres vivientes, y que el mismo territorio es un organismo. Piden permiso a la madre tierra para cualquier actividad que podría alterar su ecosistema, lo hacen con el canto a ritmo de la danza circular. Con ello simbolizan que el hombre no domina la tierra, ni tiene la libertad de dañar la naturaleza. La religión es su filosofía de vida, su mística es respetar la naturaleza, su ética la reciprocidad y su palabra Ñe᾽ẽ es sagrada. Cuando se les desplaza o desaloja es su misma espiritualidad que se desintegra.

Se practica la comunidad de bienes materiales y espirituales. La alegría reside en el compartir, que todos gocen del buen vivir, en armonía con la naturaleza. Los teólogos cristianos podríamos aprender del universo religioso guaraní a vincularnos con la naturaleza, de esta manera, sintonizar mejor con la vida diaria de la gente y de la Iglesia, a dar el paso de la teoría a la praxis. Compartir un poco más los estudios y reflexiones con los que lo precisan y los más sencillos. Sobre todo, saber danzar con el ritmo de los signos de los tiempos.


[4] Melià, El guaraní, p. 42.

[5] Nuestro Primer Padre.

[6] Leon Cadogan, Ayvu Rapyta: Textos Míticos de los Mbyá-Guaraní del Guairá, 3a. ed., Asunción, CEADUC-CEPAG. 1997, p. 67.

[7] Ver Leon Cadogan, Diccionario Mbyá-Guaraní Castellano, Asunción: CEADUC-CEPAG, 1992, p. 67.

[8] Schaden, Aspectos Fundamentais, p. 85.

[9] Un instrumeto nativo hecho de bambú.

[10] Bartomeu Melià y Friedl Grünberg, Los Pãi Tavyterã: Etnografía guaraní del Paraguay contemporáneo, Asunción: CEPAG – CEADUC, 2008, p. 113.

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