Diego Irrarazaval
« Saberes autóctonos con relevancia universal »
Geraldo de Mori, Michel Andraos, Bernardeth Caero Bustillos
Concilium 2019-4. Christentum und indigene Völker
Concilium 2019-4. Christianities and Indigenous Peoples
Concilium 2019-4. Cristianismos y pueblos indígenas
Concilium 2019-4. Popoli indigeni e cristianesimi
Concilium 2019-4. Les peuples indigènes et le christianisme
Concilium 2019-4. Povos indígenas e cristianismos
Introducción
Entidades indígenas, aunque invisibilizadas y encadenadas, de hecho son relevantes para cada sector de la humanidad y para el medio ambiente planetario. Los pueblos originarios tienen celebraciones, propuestas sociales, místicas terrenales (a lo que se suman acompañantes que provienen de otros espacios humanos). Todo esto oxigena el mundo de hoy y de mañana. Por eso, lo indígena no es sinónimo de valores del pasado, ni de mercancía folklórica. Más bien, se trata de la plural creatividad indígena que se articula a otros fragmentos de dignidad mestiza e intercultural.
Al compartir con comunidades en el Perú he sentido varias inquietudes: ¿tienen hoy relevancia y solidez esas y otras poco conocidas búsquedas humanas de bienestar? Durante las recientes décadas, la perspectiva de-colonial que es económica, cultural, espiritual ¿qué nuevas miradas nos ofrecen? Cada marginado y minúsculo teologizar ¿aborda problemáticas y responsabilidades mundiales? ¿Son asuntos pertinentes, y son cuestiones apremiantes, en un planeta con dolores de parto?
1. Categorías hegemónicas y los saberes en cada pueblo
Muchos factores condicionan -y en parte cooptan- actitudes de poblaciones indígenas y mestizas. Predominan factores que se entrecruzan: tecno-ciencias, obsesiones individuales, consumo de objetos de felicidad, inequidad socio-cultural, expoliación del medio ambiente. A la vez, persisten líneas de resistencia y creatividad, y se perfilan estrategias alternativas, que conllevan saberes propios de cada pueblo. Ellos incluyen clamores socio-políticos, espacios de libertad comunitaria, mística y jovialidad con potentes recursos simbólicos. Las juventudes indígenas (de modo especial en las ciudades) están revisando y regenerando la tradición milenaria. También son cultivadas -y son autoexaminadas- prácticas contextuales y liberadoras, discursos poscoloniales, estrategias de-coloniales, la pluridimensional justicia de género, la exigente ecología integral.
En lo teológico de hecho todo está en revisión. Según Stefan Silber, ante el predominio de lo occidental y neo-liberal, emergen voces de mujeres, indígenas, afrodescendientes, queer, gente sin techo, empobrecidos, migrantes; y se consolidan “métodos, creencias, sabidurías y modos de resistencia” que contribuyen a una teología libre de la dominación (pos o neo) colonial, y forjadora de dignidad[1]. En cada disciplina teológica hay propuestas audaces; a lo que se suma la perspectiva de-colonial que va abriendo nuevas rutas. Estas opciones son apremiantes, debido por un lado a la crisis de la civilización globalizada (a cargo de minorías noratlánticas con representantes y ejecutivos en todo el mundo), y por otro lado, muchas personas y organismos preferimos reconstruír la existencia humana en la Casa Común tan bella y tan amenazada. Existen pues voces honestas y programas con hermenéuticas alternativas.
En contextos andinos, la indignación ante incesantes atropellos, y la sintonía con el medio ambiente, está siendo acompañado por insumos pneumatologicos; de Ismael León, Richard Quispe, María José Caram, Simón Pedro Arnold[2]. En toda America Latina el pensar alternativo y con Espíritu se ha estado difundiendo; ello caracteriza el II congreso continental de Teologia[3]. Ello conlleva opciones de-coloniales con respecto al poder, al saber, al creer.
Cabe la audacia reflexiva, y a la vez una postura autocrítica, a fin de abrir nuevas rutas. Joseph Duggan alertaba la “disonancia epistemológica” entre escritos y prácticas entre quienes nos consideramos ‘renovadores’; Enrique Dussel proponía “rehacer toda la teología” ante factores modernos, eurocéntricos, colonizadores, capitalistas[4]. El viraje des-colonial, según Paulo Suess, promueve “teologías enraizadas en la vida, en las alegrías, las angustias y el sufrimiento de los pobres y de los ´otros´”; a esto Éloi Messi Metogo añade que la “teología cristiana descolonizada, en Africa y en otras partes” puede nacer a partir de la experiencia universal de transmitir la vida como herencia[5].
Las nuevas rutas cuentan con pequeños y admirables senderos autóctonos. El horizonte de los pueblos tiene recias raíces, aborda desafíos de hoy, y calcula como hacer transformaciones cotidianas y sistémicas. Esto no ha sido reconocido por esquemas hegemónicos. Nos agobian con criterios cuantitativos, al lamentar que la población indígena es sólo un 8.3% en las Américas, y al emplear caricaturas epistémicas (la experiencia originaria sería mítica y acientífica, y daría la espalda a la racionalidad que controla el acontecer humano). En sectores eclesiales la gente marginada es catalogada como carente de formación doctrinal y moral, y como prisionera de supersticiones y pautas no cristianas. Además, es combatido el comportamiento sincrético de la multitud creyente (y no son tomadas en cuenta trayectorias pluriculturales y simbióticas en el cristianismo).
Las reflexiones vivenciales, y críticas ante la violencia sistémica, apuestan a transformar el mundo. A mi parecer, valen muchisimo los pequeños aportes autóctonos para resolver aporías contemporáneas (aunque dichos aportes no debieran ser idealizados ni descontextualizados). Lo profético y esperanzador implica realismo, unir fuerzas y conjugar mediaciones a cargo de diversas entidades humanas. Los deseables proyectos de transformación presuponen estrategias específicas, responsabilidades locales y regionales, acuerdos entre diversos sectores humanos.
Otro inmenso desafío (poco abordado en el teologizar autóctono) es conjugar esfuerzos epistémicos entre mestizos, afrodescendientes, y demás sectores mayoritarios. Cuando lo indígena es encapsulado y desvinculado de otras realidades similares, ello se vuelve irrelevante. Por otra parte, las autóctonas y mestizas maneras de entender y colaborar en la creación pueden reconfigurar ejes de la teología cristiana (a menudo antropo/logo/céntrica). En las Américas hay procesos esperanzadores, como son Congresos de Teologia India desde 1990 hasta el presente, lo realizado por el CELAM, Consejo Episcopal Latinoamericano, que examinan y promueven el dialogo con mitos, ritos, símbolos, éticas, de pueblos originarios con sus teologías de la creación[6].
2. Resiliencia indígena con calidad universal
Hay 826 pueblos indígenas en las Américas, que apenas suman unos 45 millones de personas (y son 8,3% de la población del continente donde hay unos 600 millones de habitantes)[7]. Por una parte se cuenta con esas y otras estadísticas, y por otra parte hay que considerar cambiantes y complejísimas identidades. Por ejemplo, en Bolivia, 61.9% se declara quechua, aymara, y de tierras bajas; y luego al preguntar si se consideran mestizos, así lo indica un 76.7% de los ciudadanos[8]. También da que pensar que una Cumbre Continental de Pueblos Indígenas (en Colombia, Resguardo La Maria Piendamó, 2013) los 4 mil delegados/as consensua la “educación propia con sabiduría de nuestros mayores desde nuestros territorios”, ”guías espirituales en nuestras actividades… y la interculturalidad”[9]. Son sectores pequeños, en medio de un inmenso continente, que con realismo interactúan con sectores mayoritarios (y en parte por eso asumen su mestizaje). La juventud es quien marca el paso y consolida imaginarios y proyectos simbióticos.
Con respecto a vivencias teológicas, en ámbitos locales y también continentales se ha estado manifestando una hermosa y paradojal convicción: la fuerza de los pequeños, es luz y vida para el mundo. Este lema marca trayectorias en áreas de Brasil (2005) y en el V Encuentro continental del Teologia India (Manaos, 2006)[10]. Tal actitud está enraizada en el Evangelio, tiene expresiones culturales-politicas-filosóficas, y, puede constatarse en otros rincones de las Américas.
Desde los años 80 participo en procesos de elaboración de teologías indígenas; y por eso me atrevo a consignar sabidurías y preguntas fundantes a nivel local, y también doy un testimonio de la impactante reflexión cristiana hecha por asociaciones latinoamericanas. Con respecto a la teología andina, con escasos y fragmentados recursos, se ha estado consolidando una metodología y espiritualidad reflexiva que nace desde lo marginal y que es inmensamente fecunda[11].
Los frágiles y productivos procesos ecuménicos, y la secuencia de talleres en Peru, Bolivia y otras áreas andinas, permiten descubrir lineamientos de “paradigmas pequeños”; éstos tienen relevancia no solo indígena y mestiza sino también en otras partes del mundo[12]. Se trata de lineamientos sapienciales y místicos, que resumidamente pueden entenderse en la siguiente manera.
Primero: pensar desde la vida de fe, desde una holística espiritualidad; reconociendo lo que es de Dios (comunidad, familia, alegría, salud, humildad) y lo que no es de Dios (hambre, orgullo, etc.); y celebrar ritos provenientes de varias matrices simbólicas, ecuménicas, inter-religiosas. Segundo: un teologizar de caracter minoritario, pequeño y a la vez universal. La gente andina ingresa en procesos mundiales, a fin de que el progreso no les sea negado. En términos paradojales, grupos minoritarios (en este mundo) son universales. Lo son en la cotidiana humanización, y lo son vía simbólicas que condensan lo cotidiano, y de modo particular vía el silencio (mediante el cual las minorias hábilmente se autoprotegen ante agresiones).
Tercero: la praxis de género y humanización entre diferentes conduce al Dios-amor. La convivencia masculina-femenina confronta el androcentrismo, y no asume una enajenante omnipotencia divina. Cuarto: liberación de carácter concreta, procesual sin fronteras, mundial. Las macro-propuestas suelen estar en manos de élites pudientes; por otra parte, la cotidiana liberación es como lo que hacen pequeñas hormigas y como lo hecho por abejas; a su modo ellas señalan una utopía viable y sentí-pensada.
Una persona me dio este testimonio: estar, trabajar, sufrir, gozar juntos. No me habló con palabras religiosas. Estar en un universo preñado de Misterio ciertamente es Buena Noticia para quienes sienten un malestar sistémico, y quienes tercamente buscan ser feliz. También he podido retomar lo elaborado por organismos evangélicos en el Perú con sus lucidos interrogantes.
Al interactuar con representantes de teologías evangélicas, he constatado cinco cuestiones básicas según sus puntos de vista. ¿Quiénes hacen teología andina? Son sectores minoritarios, pequeños, y además postergados en las iglesias. (Uno desearía que ellos sean tomados en cuenta en cada quehacer teológico, pero esto no ocurre, ya que predomina una postura de imitar ´grandes pensadores´). ¿Por qué ocurre la reflexión? Porque es escuchada la Palabra, y en algunos casos se está atento a seres sagrados andinos. (Esto sólo en algunos espacios ecuménicos, que dicen no regresar a lo pagano, sino más bien escuchar la sabiduría adolorida y la capacidad festiva de la población andina.) La cuestión del ¿cómo se piensa? es respondida de varias maneras. Una voz significativa: Raquel Yupanqui. Ella cultiva la experiencia personal, la de su iglesia y su pueblo quechua; es crítica ante imposiciones doctrinales, y como mujer hace una relectura del mensaje bíblico; además, en medio de ambivalentes contextos va afianzando acciones solidarias y justas. Me atrevo a añadir otro aspecto: pensar sin dicotomías; ya que en el pensar teológico evangélico y católico habría que superar disyuntivas dualistas (cristiano versus indígena, fe versus supersticiones, etc.) y a la vez impugnar fideísmos (por ejemplo, apegarse a una Revelación que anularía la sacralidad andina). Sin embargo persisten intolerancias, fanatismos que hacen daño a personas y comunidades, confusión en multitudes que creen en Dios y se sienten desconcertados ante portavoces oficiales.
Conclusión
No son asuntos exóticos ni de asistencialismo. Se trata de saberes de pueblos (sin vicios hegemónicos) y de resiliencias indígenas y mestizas. Junto con las ambivalencias, existen indicaciones que son energías relevantes para cada entidad del mundo. Ocurren en contextos adversos, dada la discriminación e inequidad sistémica, aunque también en medio de dinámicas humanizantes y liberadoras. Se han ido generando teologías amasadas por comunidades y personas atentas al Espíritu que llena el universo. Vale decir, lo menospreciado logra revitalizar a la humanidad, gracias a Dios.
Las vivencias y explicaciones razonables se condensan simbólicamente. En este sentido valen lenguajes míticos y místicos. Deseo concluir esta indagación sobre pequeños y universales paradigmas con dos elaboraciones latinoamericanas: un mito guatemalteco, y luego una reflexión mexicana.
Un relato Q´eqchi´ de Guatemala: el tigre y el grillo[13], indica duros conflictos y buenas capacidades en la humanidad. El grillo era el padre de saltamontes, hormigas, abejas, avispas, mariposas… El tigre era el padre de perros, tigrillos, armadillos, coyotes… y empezaron a pelearse. El grillo voló y se paró encima de la oreja del tigre y dijo: si es verdad que son tan fuertes, junta a tus compañeros y vengan mañana. El grillo se fue de inmediato y reunió a los demás. La hormiga dijo: nos quedaremos debajo de la tierra para comenzar a atacar desde las patas. La avispa dijo: podemos escondernos entre las ramas y hojas de los árboles, y bajaremos y los rodearemos. De este modo se organizaron los pequeños animales, para defenderse de los bravos animales. Cuando llegaron el tigre y sus compañeros, hacían mucha bulla, se reían, e insultaban a los pequeños animales. El grillo dijo: cuando quieras empezamos. El tigre dijo: empiecen ustedes. El grillo silbó a sus compañeros, y se levantaron todos: hormigas, avispas, abejas, grillos, que empezaron a volar y a picar. Los tigres empezaron a huir porque ya no aguantaban, se fueron a los riachuelos para lavarse, se lamían las picaduras. Los animalitos parecen no tener fuerza, pero por saber pensar, organizar, participar, y ser solidarios, pudieron defenderse ante los grandes animales.
Cada lenguaje mítico asombra (y eso me ocurrió al escuchar y apreciar la representación teatral de esta venerable sabiduría maya). No solo emociona, también desentraña realidades, y conlleva acciones transformadoras.
Asimismo es pragmática y lúcida la reflexión de mujeres mejicanas, en base a mitos del dragón y la humanidad[14]. Luego de dar a conocer una versión de esa mitología, una mujer urbana nos explicó lo siguiente. Un árbol toma la fuerza del aire, de la lluvia y del sol a través de las hojas. También la toma de abajo, de la tierra, de las raíces. Así somos nosotros. Así es la mujer. La fuerza, la energía que ella trae le viene de la tierra, de la Madre naturaleza, de los encantados, de la luz. Nos viene de nuestra tradición, del rescate de la sabiduría. También nos viene de Dios, del divino, del cielo, del mundo espiritual. Mientras más unidos seamos, más sentiremos esa fuerza que se transforma en nuestra fuerza, y más podemos enfrentar el dragón con todas sus cabezas. A mi parecer, mediante intuiciones de género, y al compartir metáforas de energías cósmicas y espirituales, una voz inspirada incita resiliencia y audacia en mujeres y varones.
Por consiguiente, nos envuelven energías y sabidurías que transforman. Cabe reconocerlas como signos del Espíritu de Dios. No se trata de difundir ilusiones que luego frustran, ni se trata de inculcar parámetros teológicos. Más bien, con voluntad de aproximarse a la verdad y la justicia, son apasionantes las preguntas que brotan en cada comunidad, y son imprescindibles criterios y paradigmas. Son pequeños. Interpelan nuestro mundo. En la Casa Común cabe reconocernos como árboles, nutridos desde abajo y desde arriba. Se recibe la humedad terrenal, las brizas del Espíritu, la calidez solar. ¡Que todo sea relevante para la humanidad de hoy y mañana!
Notas
[1] Stefan Silber, Poscolonialismo, Introducción a los estudios y a las telogías poscoloniales, Cochabamba: Itinerarios, 2018, pgs. 131-133. Una brillante ´introducción´, que de hecho es un mapa teórico-práctico.
[2] Véanse: Ismael León, “Al viento de su Espíritu” y Richard Quispe, “El Espíritu y los espíritus en la teología andina y cristiana”, ambos en José Estermann, coord., Teologia Andina, ISEAT, Plural Editores, 2006, pgs. 135-166, 167-193; Maria José. Caram, El Espíritu en el mundo andino, Cochabamba: Verbo Divino, 2012; Simón Pedro. Arnold, “El tiempo del Espíritu: una neumatología desde lo andino”, en Caminos de Herradura, 25 años de teología andina, vol. II, Cochabamba: Verbo Divino, 2016, pgs. 125-157.
[3] II Congreso Continental de Teologia, Belo Horizonte; Oscar Elizalde, Rosario Hermano, Deysi Moreno, eds., Iglesia que camina con Espiritu y desde los pobres, 2 volúmenes, Amerindia: Montevideo, 2016, 2017.
[4] Joseph Duggan y Enrique Dussel en CONCILIUM: Teologia Poscolonial, Verbo Divino: Estella, 2013, pgs. 20, 30, 34.
[5] Paulo Suess y Eloi Messi Metogo en CONCILIUM: Teologia Poscolonial, Verbo Divino: Estella, 2013, pgs. 96, 124; en Africa Eloi Messi habla de traspasar ‘vida como herencia’.
[6] Con respecto a teología de la creación, Santiago Silva y otros, IV Simposio latinoamericano de Teologia India, Bogotá: CELAM, 2013; resaltan liderazgos de Samuel Ruiz, y de Felipe Arizmendi, obispos de Chiapas, y de Eleazar Lopez, principal generador de teología de pueblos originarios en el continente (véase su Teologia India, Cochabamba: Verbo Divino, 2000).
[7] CEPAL, Los pueblos indígenas en América Latina, Síntesis, CEPAL, Santiago, 2014. Sobresalen Brazil con 305 etnias y 274 idiomas autóctonos (y que son 0.47% de la población); Colombia con 102 etnias, Peru con 85, Mexico con 78. Estos datos corresponden a como las personas se auto-identifican. Atención: quienes se consideran “mestizos”, “ladinos” (y otras denominaciones interculturales) tienen también aspectos indígenas. Recursos globales: Ken Coates, A global history of indigenous peoples, struggle and survival (NY: Macmillan, 2004); Marisol de la Cadena, Orin Starn, eds., Indigenous experience today (Oxford: Berg Publishers, 2007).
[8] Encuesta Barómetros de las Américas, 2012 (de LAPOP, Proyecto de Opinión Pública en América Latina), difundido por ALAINET, 24/10/2012. Un 76.7% dice ser mestizo y un 17% dice ser indígena (http://alainet.org/active/58874).
[9] Resoluciones de V Cumbre Continental, Colombia, 15 de noviembre, 2013.
[10] Vease V Encuentro de Teologia India, A Força dos Pequenos, vida para o Mundo, Belem: Mensageiro, 2005; y en español: La Fuerza de los Pequeños, Luz para el Mundo, Cochabamba: Verbo Divino, 2008.
[11] Al respecto ver mi “Pensar creyente: minúsculo y universal”, en Varios Autores, Testimonios de Fe, 50 años del Concilio Vaticano II en el Sur Andino, n. 7, 2015, Puno: IDECA, pgs. 6-40. Una vez más agradezco de todo corazón lo compartido y aprendido con Domingo Llanque (véase su Vida y Teologia Andina, Cuzco: CBC, 2004), Victor Bascopé (véase su Espiritualidad Originaria, Cochabamba: Verbo Divino, 2008). Vicenta Mamani (véase su Identidad y espiritualidad de la mujer aymara, La Paz: Creart, 1999).
[12] “Pensar creyente: minúsculo y universal” pgs. 38-40 (que he modificado).
[13] Véase relato completo en “Mitos y cuentos mesoamericanos”, La fuerza de los pequeños… pg. 51-52.
[14] Idem, pgs. 80-82; la cita es de pg. 83.
Author
Diego Irrarazaval asesora programas sociales y eclesiales (1975-2004 en Peru y otros lugares; y del 2005 al 2019 en Chile). Coordinó el Instituto de Estudios Aymaras (1981-2004), y la Asociación de Teologos/as del Tercer Mundo (1995-2006). En la revista CONCILIUM ha sido parte del comité de editores (2005-2017). Libros: Religión del pobre y liberación (Lima, 1978); Itinerarios en la Fe Andina (Cochabamba, 2013); Indagación cristiana en los márgenes (Santiago, 2013); Raices con Alas (Santiago, 2018); y otros escritos.
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